lunes, 17 de diciembre de 2007

Otra vuelta más


La heterogeneidad trae renovación. Más puntos de vista, mayor posibilidad de apertura mental. Claro, la charla -ya encendida a esa altura- estaba en su mejor momento. A pesar de algunos egresos poco lamentados ya que no eran miembros estables del "club de las ideas" la disertación seguía adelante. "No se los echará de menos", pensó uno de los que mantenía su silla.

Sin prestarle mucha atención pero conscientes de que a cada tema nuevo, o bis de uno en tratamiento se sumaba otra pinta bien helada, la cuenta se iba acumulando. En forma sostenida, como una marea que va ocupando terreno lenta pero constantemente, la consumición se acumulaba en silencio.

Cuando la última silla del salón hubo de estar dada vuelta, el piso barrido y las luces por completo apagadas (salvo la que daba sobre aquella proyectada mesa) cayó sobre la misma el veredicto final de la noche. En realidad fueron dos. Uno, en la síntesis de la charla pudo saberse que a los cuatro personajes que habían estirado su participación -si bien no estaban del todo de acuerdo- los unía un hilo conductor del temario general que se había tratado sobre tablas.

El otro, tanto más grave que el anterior y que los hermanó (obligadamente) como pocas cosas en la vida fue el exorbitante resumen de los gastos . Los efectos etílicos se diluyeron en cuestión de segundos. La frondosidad del ticket casi hace entrar en pánico a dos del reducido grupo. Las rápidas cuentas mentales terminaban mucho antes del número que les estaban entregando.

Casi en forma coreográfica, los cuatro miraron hacia la punta vacía de la mesa. Los restos de minutas y vasos con espuma delataban un semi banquete que, según presumían, había quedado impune y se les imputaba. No quedó otra que reacomodar la erogación originalmente planeada y repartir, más o menos, en partes iguales la cuenta.

Camino a su casa, uno de los presentes, volvió sobre lo ocurrido buscando, en vano, el punto de inflexión que marcara el alejamiento de los números. No pudo. O bien algunos de los asistentes habían obrado tan bien como para borrar sus huellas y dejarle el muerto a los que, finalmente, pagaran lo consumido (algo probable); o la camarera vio la oportunidad y el jueves a la noche facturó un sobre sueldo digno de la época menemista.

Ambas especulaciones eran viables aunque la tercera, tras volver el foco a los últimos asistentes, deslizaba que la semejante mamúa que habían adquirido en pocas horas bien podría hacerse hecho acreedora de tal suceso. Las tres teorías, o ninguna, eran ciertas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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gracias

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